sábado, 9 de abril de 2011

RELATOS BREVES

Caminaba lentamente, paso acompasado, mirada solitaria, oscura.
Con gesto cansino, repetido tantas veces, levantó la cabeza y miró y vio. Sus ojos se abrieron como la cueva de los secretos al grito de "ábrete sésamo".
Estaba ahí, delante de él, su sueño, serena, mirándole directamente, desafiante.
Apenas alcanzó a distinguir su indumentaria, un ligero traspiés de su acompañante la depositó en sus acogedores brazos y sus labios se alojaron entre su entreabierta boca de sorpresa.
Sintió un dulce beso, profundo.
Pero rápidamente fue interrumpido por los portadores del maniquí: ¡Perdone señor!

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